El último aliento de Toni Kurz: tragedia en la cara norte del Eiger (1936)

En el verano de 1936, Europa se encontraba en una tensa calma previa a la tormenta. Alemania, bajo el régimen nazi, exaltaba el heroísmo y la conquista como símbolos de su ideología. La escalada no era ajena a este contexto: la conquista de montañas emblemáticas se convirtió en una cuestión de orgullo nacional.

En ese clima de exaltación, cuatro jóvenes alpinistas decidieron enfrentarse a uno de los últimos retos sin resolver en los Alpes: la temida cara norte del Eiger, en Suiza. Una muralla vertical de casi 1.800 metros, oscurecida la mayor parte del día, azotada por vientos, desprendimientos de roca y avalanchas. Aquel muro, ya entonces llamado “la pared asesina”, no perdonaba errores.


👥 Los protagonistas

  • Toni Kurz, de 23 años, era un escalador bávaro con una técnica excepcional y una frialdad admirable en situaciones críticas. Reservado y sereno, era considerado el cerebro táctico del grupo.
  • Andreas Hinterstoisser, también alemán, era el más carismático. Tenía una actitud audaz y creativa, con un enfoque innovador para superar dificultades técnicas. Era íntimo amigo de Kurz.
  • Willy Angerer, austriaco, era un escalador fuerte, aunque más impulsivo. Había mostrado síntomas de debilidad tras una caída en una ascensión anterior, pero no quiso perder la oportunidad de hacer historia.
  • Edi Rainer, también austriaco, completaba la cordada. Experimentado y sólido, se ofreció como apoyo y enlace entre sus compañeros.

🧭 La ascensión maldita

Los cuatro alpinistas comenzaron el ataque a la cara norte del Eiger el 18 de julio de 1936. Tras los primeros largos, Hinterstoisser resolvió una travesía lisa e inhumana aplicando una técnica novedosa: el péndulo lateral con tensión de cuerda. Aquello marcó el progreso del grupo, pero en su afán por avanzar ligeros, retiraron la cuerda que les habría permitido regresar por la misma ruta.

A los pocos días, el tiempo se tornó infernal. Nieve, hielo y viento azotaban la pared. Angerer fue golpeado por una caída de rocas y comenzó a debilitarse rápidamente. El grupo, consciente del peligro, intentó retirarse. Pero el paso clave, la Travesía Hinterstoisser, era ahora imposible de recorrer en sentido inverso. El error estratégico estaba sellado.

Durante el descenso por una ruta alternativa, los alcanzó una avalancha.

  • Hinterstoisser fue arrastrado cientos de metros y falleció en el acto.
  • Angerer, ya herido, fue golpeado brutalmente contra la pared y murió.
  • Rainer, que sostenía con su cuerpo todo el peso de sus compañeros desde una reunión, murió estrangulado por la cuerda bajo la presión.
  • Solo Toni Kurz quedó con vida, colgado a 60 metros del suelo, suspendido de una cuerda anclada en lo alto, inmóvil, pero vivo.

🌨 La lucha solitaria de Toni Kurz

Durante toda la noche, Kurz permaneció colgado en la pared, sin abrigo, con la cuerda enrollada alrededor de su cuerpo. Su brazo izquierdo quedó completamente congelado y entumecido. A la mañana siguiente, alpinistas suizos descendieron desde una galería del tren que atraviesa el Eiger (la estación Eigerwand) para intentar rescatarlo.

Kurz habló con ellos. Les explicó con voz débil lo que había sucedido. Logró izar una cuerda de los rescatistas y anudarla a la suya, improvisando un sistema de descenso. Pero en el último tramo, el nudo que unía ambas cuerdas quedó atascado en su mosquetón, a tan solo unos metros del suelo.

La cuerda era demasiado corta. Ya no tenía fuerzas. Los dedos ya no le respondían.

Durante horas luchó por deshacer el nudo, colgado, con una sola mano útil y medio cuerpo congelado. Finalmente, con la voz ya apenas audible, susurró desde la niebla la frase que quedaría para siempre grabada en la historia del alpinismo:

“Ich kann nicht mehr” — No puedo más.

Minutos después, su cuerpo quedó inmóvil.


⚰️ Epílogo

El cuerpo de Toni Kurz fue recuperado días después. Estaba colgado, en posición vertical, con el rostro tranquilo y las manos aún aferradas a la cuerda.

Su intento de supervivencia fue considerado un acto de heroísmo y determinación sobrehumanos. La tragedia del Eiger conmocionó a Europa y marcó un punto de inflexión en la historia del alpinismo. No sería hasta 1938 cuando una cordada austroalemana lograría, finalmente, la primera ascensión completa de la cara norte del Eiger.

El nombre de Toni Kurz quedó asociado no solo a la muerte, sino a la resistencia digna ante lo imposible. Su historia sigue siendo contada, como símbolo de hasta dónde puede llegar el ser humano en su lucha contra los límites físicos, el miedo y el tiempo.

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